La última vez que salimos de Chile dijimos que nos despedíamos, pero no por siempre y así fue: ya volvimos y mucho antes de lo que pensábamos. Primero pasamos por San Pedro de Atacama, esta vez de largo. Llegamos el mismo día a dormir en Calama, una ciudad grandecita, muy normal, aparentemente sin nada raro ni muy interesante y al otro día seguimos hasta Iquique. Llegamos por la tarde y, después de buscar hotel, nos fuimos un rato para la zona franca. Al otro día seguimos recorriendo el desierto de Atacama, que no es tan bonito como el de la guajira y ni siquiera tiene cactus, pero si muchas piedras, y cruzamos a Perú por la frontera Arica-Tacna. Por el cambio de horario nos ganamos 2 horas, aunque ahora la luz se nos acaba a las 6 y 30 y no a las 8 y 30, así que, la diferencia no es mucha, sólo que ahora hay que madrugar más. El cambio de Chile a Perú se nota en el momento en que uno cruza y se nota en todo, aunque no alcanza a ser tan marcado como el de Bolivia a Chile.
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