CHILOÉ

Aunque no nos queríamos ir de Valdivia, teníamos que seguir. Llegamos a Puerto Montt y, por primera vez en dos meses, entramos a un centro comercial, ya no me acordaba como eran... pero no fuimos de shopping, ojalá. Sólo a buscar algo de almuerzo rápido y barato y después salimos de la ciudad. Unos kilómetros más adelante, tomamos el ferri que nos llevó a Chiloé, la segunda isla más grande Suramérica (la primera es Isla Grande en Tierra del Fuego).
La primera ciudad a la que llegamos fue Ancud, la capital y como el día estaba helado y no paraba de llover nos fuimos de una vez para un hostal. Por primera vez nos quedamos el primer lugar en el que preguntamos, pero no por pereza, también estaba bueno y a buen precio.
El segundo día en Chiloé amaneció tambien feo, entonces salimos tardecito y fuimos a las pingüineras, una playa desde donde salen las lanchas que pasan por donde se ven lo pingüinos y otras aves de Chiloé. Como el día estaba malo y el mar también, no salían lanchas por la mañana. Asi que, nos fuimos en el carro a ver playas y a conocer un fuerte español muy bonito con calabozos y todo. A las 4 volvimos a ver si ya podíamos salir, pero nada, nos quedamos sin ver los pingüinos de Chiloé, afortunadamente sabíamos que más abajo vamos a ver más.
El tercer día en Chiloe fuimos a Castro, la otra ciudad grande e hicimos un recorrido largo para conocer sólo algunas de las 16 iglesias de Chiloé que son patrimonio de la humanidad (Unesco) por ser hechas en madera, por su arquitectura y por su antigüedad (algunas son hasta del siglo XVII).
Nos quedamos una noche más en Chiloé, tierra de brujos, fantasmas y muchos mitos y leyendas y al día siguiente salimos tempranito. Volvimos a pasar por Puerto Montt, después por Osorno (por el mal clima no pudimos ver el volcán) y llegamos hasta Entre Lagos donde nos quedamos en una muy buena cabaña con chimenea.

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